Flores de la Sierra de Guadarrama
Hoy os vamos a presentar el espectáculo de la flores de la Sierra de Guadarrama en primavera.






Azafranes, narcisos y gageas son las primeras que se atreven a florecer en un ambiente aún frío, con frecuentes heladas y todavía con la amenaza de nevadas más tardías. Representan el inicio de una explosión posterior que tendrá lugar durante los próximos dos meses: pamplinas, meleagrias, margaritas, campanillas, gallaritos, clavelinas, ranúnculos, violetas, nomeolvides, consueldas, verónicas, gencianas…



Explosión de colorido que culminará ya avanzado el mes de junio, con la floración del piorno serrano, momento espectacular durante el cual las altas laderas de la montañas de la Sierra de Guadarrama se cubren de un amarillo intenso y uniforme. Pero aquí no acaba la cosa.



Aún queda la verdadera primavera de las altas cumbres y los riscos. Y es que, como dijo nuestro querido y admirado Luis Rosales, “¡las flores no tienen ni un solo día de vacaciones!” Así, mientras que los valles y las laderas se agostan ante la llegada del verano, en las zonas más elevadas de la Sierra, el verdor y el colorido permanecen e incluso se incrementan con la floración de las especies más alpinas y más singulares: las plantas descendientes de aquéllas que en los tiempos más remotos colonizaron las cordilleras y las zonas más frías del continente europeo, y cuyos descendientes sobreviven en estas montañas, constituyendo sus refugios más meridionales. Pero esta ya es otra cuestión. Disfrutemos ahora del colorido y el esplendor de las flores más madrugadoras.



El azafrán serrano (Crocus carpetanus) es posiblemente la primera flor que podemos observar en la incipiente primavera guadarrámica. Aunque se trata de una especie abundante en estas sierras, sólo habita en las montañas del centro y el oeste de la Península Ibérica. Otra planta que observaremos, prácticamente, a la par que la anterior, es el pequeño narciso nival (Narcissus bulbocodium). Estos narcisos aprovechan los primeros claros encharcados entre la nieve para florecer, formando corros amarillos de gran colorido.


Estos claros son compartidos por otras pequeñas herbáceas de flor amarilla, las gageas (Gagea nevadensis). Ambas especies presentan sus mayores poblaciones en la Península, aunque se extienden a otras zonas montañosas mediterráneas del sur de Francia e incluso del norte de África. Sin embargo, aparecen otras plantas, también madrugadoras en la estación, que se comportan de forma mucho más discreta en cuanto a su abundancia y a los lugares que utilizan para mostrarse, aunque no en cuanto a su tamaño y espectacularidad… El denominado narciso trompetero (Narcissus pseudonarcissus subsp. portensis) florece en lugares muy concretos, al abrigo de algunos roquedos o bosquetes, pero sus flores se encuentran entre las de mayor tamaño y las más llamativas de la flora alpina de la Sierra. Es, además, una especie mucho más singular que las anteriores, encontrándose únicamente en las montañas del centro de la Península Ibérica.

¡Disfrutad del espectáculo de la primavera!




